Die 1000 Augen des Dr. Mabuse (Fritz Lang, 1960)   1 comment

 

El último vals

Mi primer recuerdo acerca de una contienda entre la crítica es aquella que enfrentaba a los que preferían las películas alemanas de Fritz Lang y aquellos que preferían las americanas. También recuerdo que con apenas 12 años vi Metrópolis, mi primera película del director y la que me hizo tener interés en la Historia del Cine más allá de los tópicos y la mitomanía. En aquel entonces, la teatralidad de los actores y grandiosidad de la puesta en escena suponía una brecha enorme respecto al cine que veía en aquellos años. Frente a esta, para un chico joven, las películas americanas podrían parecer decepcionantes. Normalmente, cuando uno no es muy cinéfilo, se fija más en lo superficial y no rastrea con tanta habilidad las corrientes ocultas de las películas. Yo siempre he creído que cada película nueva que vemos (o aquellas que revisamos) es un espejo de todas las que hemos visto antes, por eso, cuanto más vemos, más ganan las películas que menos se muestran en la superficie. Así que poco a poco me fui volviendo un langiano americano, desconfiando del alemán. Sin embargo, creo que la primera etapa del director bien puede servir como base, como principio teórico a todo lo que vendría después.

Las películas de Lang siempre tratan los mismos temas: el pecado original, el enfrentamiento del individuo ante la sociedad o el miedo a estructuras como el Estado o la Justicia, pero también, creo, la atracción, a la vez que la denuncia, del pionero y del aventurero, de aquel que está más allá de la ley. Sin duda, Mabuse es el personaje que mejor lo define. Malvado y terrorista, Mabuse mostraba aquello que parecía oculto en la sociedad alemana de los 20 y los 30. El fin de la república de Weimar y el ascenso del nazismo. Alemania vivía en un estado de alucinación colectiva: las secuelas de la Primera Guerra Mundial, el auge de los precios, la aparición de los partidos de masas. Creo que a Mabuse siempre se le ha identificado excesivamente con el nazismo, cuando creo que en realidad describe esos años en un margen más amplio, no ciñéndose a la más básica denuncia del régimen nazi. Es decir, que se sitúa antes que Hitler.

Tanto es así, que encontramos sus restos en las películas que Lang hizo en América. En ellas, desde Fury a Beyond a reasonable doubt hay un terror oculto que nunca se hace presente, pero que estremece a los protagonistas. Una duda que va más allá de la trama, que tiene cierto valor existencial. Ministry of Fear es uno de mis Lang favoritos porque no solo es una historia antinazi, sino también acerca de las dudas que le transmitía a Lang esa nueva América que nacía tras la Segunda Guerra Mundial. Una de las imágenes que más me impactó fue aquella en la que la protagonista ni siquiera mira a su hermano (el jefe del complot nazi) cuando este yace muerto en el suelo. La escena, simple y directa, muestra una gran amargura, pues pocas películas americanas desdeñan con tanta facilidad los lazos familiares. En dos obras que tratan el tema de la venganza como The Big Heat y Rancho Notorious, el origen, el significado de esa venganza se va difuminando, dejando lugar a las pasiones violentas. El cine de Lang camina hacia la pérdida de significado, de referentes. Al igual que la obra de Hitchcock, preludia a la generación de los malditos, Fuller y Ray a la cabeza. Pero en Lang creo que prima más la arquitectura de la película que el drama pasional, como extranjero en un mundo anglosajón, siempre miró desde la distancia sus ficciones, al revés que Hitchcock, Fuller o Ray, que parecían entregarse a ellas. Creo que para él, la lucha del hombre era necesaria, aunque banal. Al final, sus héroes se quedan solos, enfrentados al resto de la comunidad, sin que nadie apoye sus causas, sean justas o no.

Para sus últimas películas, Lang regresó a Alemania. No sé si quiso con ello hacer un cierre a su carrera, pues siguió residiendo en Hollywood y vivió 15 años más (con lo que se supone que podría haber levantado alguna otra película), pero tanto el díptico egipcio (La tumba india y El tigre de Esnapur) como Los crímenes del Dr Mabuse (pobre título para el original Los mil ojos del Doctor Mabuse) suponen un retorno hacia ciertos lugares de su etapa alemana, aunque pasados por el filtro de su experiencia americana. Las películas sobre la India eran un ansiado viejo proyecto de Lang que finalmente filmó su coetáneo Joe May, mientras que con Mabuse regresaba al personaje más identificable de su filmografía. Pero Lang se negó a ofrecer lo que se podría esperar: ni las películas sobre la India eran las fantasias expresionistas y exageradas que se podría esperar, ni el último Mabuse iba sobre Mabuse, la persona.

Frente a las dos películas anteriores, Mabuse ya no es un peligro real, ya no es un personaje. Alemania era un país que crecía a ritmo exponencial. Una futura potencia mundial construida sobre las ruinas de la masacre nazi. Sin embargo, ese crecimiento económico e industrial genera olvido, y eso lleva a la aparición de Mabuse, ahora como presencia fantasmal. El viejo doctor se convierte en una idea que atraviesa la película. Y aunque al final se hace referencia a él, la película podría existir tranquilamente sin citarlo. Sería nada más que una idea para el espectador, que pensara en Mabuse y lo aplicara sobre las imágenes. Y eso es la película: cada idea, cada incógnita y cada sentimiento están oscurecidas por la sombra de Mabuse, por el miedo a una fuerza incontrolable. Lo esotérico (muy presente en el cine de Lang) y lo macroeconómico se dan la mano. Los herederos de Mabuse quieren controlar las mentes, pero también quiere una fuerza real (la energía nuclear de un empresario americano) para amenazar al mundo. Pese a carecer de los decorados y de la puesta en escena de los Mabuse antiguos, esta tercera entrega (o cuarta si se divide la primera en dos) es mucho más abstracta que las anteriores. No abstracta en el sentido más superficial, pero sí más misteriosa. El hotel en el que sucede la trama es un lugar muy convencional, pero también frío. «Viene de la época nazi» dice un personaje. En sus esquinas parecen oírse susurros. Es mucho más misteriosa y más peligrosa que las originales, porque no se muestra tan abiertamente. Sin alterar la realidad nos encontramos en un escenario más resbaladizo.

Y al igual que todas las películas de Lang, la conclusión nunca es cerrada. Sin embargo, aquí Lang rizó el rizo de la concisión. Tras ver cómo terminan los herederos de Mabuse, corta el plano sin explicación alguna. La película se cierra con un simple plano de los dos protagonistas fundiéndose en un beso, sin ningún tipo de preludios. Fue el último plano de Lang.

Fundido a negro…

Publicado 23 septiembre 2010 por Nick en Cine europeo

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Una respuesta a “Die 1000 Augen des Dr. Mabuse (Fritz Lang, 1960)

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  1. Una de las obras cumbre de los 60.
    La más diáfana de las películas de terror «social», que empequeñece a cualquier intento posterior.
    Muy de acuerdo con tu aprecio y muy bonitos tus homenajes visuales a esos grandes Ford, Bolognini y Brisseau

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